Adiós, caderas de plástico, boca de esponja, manos de carterista…
Puedo mencionar con orgullo que te vi un par de veces en directo y lograste convencerme que era fútil no haber visto a James Brown, a Miles Davis, a Sly Stone… Los reunías, contenías una multitud.
Cuando tenía menos años y acaso también menos malicia, cada canción, cada falseto, cada golpe de la caja de la batería reproducido al revés —¡primero el eco, después el impacto!, una figura poética de la vida—, me parecían tan estrafalarios y medulares que te creí un subhumano, un ser del averno, una mutación.
Cuando te hice sonar en mis programas de radio —yo también tuve un Valhalla en la tierra, bro—, mis amigos no me entendían: despreciaban tu ombligo, los pezones al aire, tanta piel, tanto jadeo… Poco a poco también a ellos los enamoraste. Eras sexy, motherfucker.
Encendías las fiestas, invitabas al trago, al beso, al roce, a la lengua, a la carne entera, una y santa, transustanciada.
Eras el mejor sobre las pistas, ni siquiera Jacko te hacía sombra.
Estaba convencido de que el olvido con el que te castigaban por ser raro, genio, caprichoso, testigo de Jehová, era injusto como una cruz de ceniza en la frente. Deshilvané esa bellaquería cuando cumpliste 54 años.
He conocido tu muerte hace unos minutos. Es como si el mundo se hubiese callado. Recordé mil canciones en una, es posible, puedo jurarlo.
Llámalos en mi nombre: a Miles, a Jacko, a James, a Sly antes de que la heroína mal cortada hiciera de él un zombi…
Tocad hasta que la noche sea eterna. Envolvedme.
[…] una de las páginas que montó, financió y alimentó artísticamente el genio de Minneapolis, fallecido el pasado 21 de abril, al parecer por una autodosis extrema de fentanilo, aparecen en el museo, pero, dado que fueron […]
[…] el díscolo Prince, el músico al que acudí con puntualidad de toxicómano desde 1980 cada vez que necesitaba, como […]
[…] agotados por el mismo virus —”una gran enfermedad con un nombre corto”, como cantó Prince—. Los dígitos de sus vidas lacónicas (39 y 37 años) me convencen de lo despreciable de quienes […]
[…] (entre los invitados a compartir flow aparecen Rihanna y U2) que tiene el coraje, como aprendió de Prince —el disco contiene un homenaje directo, la lúbrica Lust—, de aplicar la creencia de que solo […]