el hombre que soñaba con Nick Drake vivía en un mundo inclinado y, para no resbalar por la grasa de los días, necesitaba crampones de alpinista en las yemas de los dedos, ventosas de reptil en las plantas de los pies
¿por qué no hay sopa en el plato?, ¿por qué debo cruzar el paso de cebra?, ¿por qué arde el viento?, se preguntaba
el hombre que soñaba con Nick Drake cultivaba legumbres que, al ser arrancadas, combinaban mal con el maíz dulce de los tiempos y arruinaban las ensaladas de tofu y brotes de soja
¿quién colocó ahí esa calle?, ¿quién maneja el reloj cuando estamos dormidos?, ¿quién canta durante el silencio?, se preguntaba
el hombre que soñaba con Nick Drake se apellidaba Tobogán
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[Nick Drake no era un artista de su tiempo, la edad de pechos hinchados, posesiones, autosuficiencia y seda de Roxy Music, Yes, Led Zeppelin, David Bowie y los cada día más soberbios Rolling Stones. Nick no sabía de eso: ni una sola conferencia de prensa había manchado su vida y todo lo que necesitaba para abrigarse era una chaqueta de pana y seis cuerdas de metal. Compuso poco, unas cincuenta canciones, y habló solamente de aquello que le importaba: en todas y cada una aparece una misma palabra, reincidente como un amor en vilo: home (hogar). Fuera de casa había demasiado ruido]