Esta mañana tomé café en un centro comunitario de Munich con un hombre bosnio que se negó a la guerra («jamás mataré porque me lo diga un político»).
— ¿Eres de Gales?, preguntó.
— ¿Como Tom Jones?
— Eso mismo.
— No, soy español. Me gusta Tom Jones.
Nos caímos bien y charlamos, en inglés, como viejos conocidos. Hablamos de Tito, de partisanos, de jóvenes… Fumamos un cigarrillo.
— Buena suerte, sé optimista, dijo cuando nos despedimos.
— Es la única opción posible, respondí.
Por la tarde volamos de nuevo hacia Madrid.
Encuentro, nada más llegar, los consejos de un alemán, W.G. Sebald, para escritores. Los dictó tres días antes de morir en un maldito accidente de coche.
Escribid sobre cosas oscuras pero no escribáis oscuramente.
Quisiera ser fiel a la promesa que hice al bosnio y ejercer el consejo del alemán (que vivía en Inglaterra porque no soportaba Alemania).