Los zapatos rotos de los civiles que lograron llegar vivos a los campamentos de refugiados de Sudán del Sur; chicas que no se pueden sentar cerca de sus amigos en los bancos públicos por la represiva islamización que padecen las mujeres en Chechenia; el mercado de sexo y mafia del barrio de Mongkok, escenario de la imparable deglución cultural y social de Hong Kong por la voracidad de China; exmilitares, reconocidos torturadores y asesinos, integrados en la sociedad argentina; el esqueleto de una factoría de Grecia, hasta hace tres años con facturación millonaria…
Moving Walls (Paredes que se mueven) no es una exposición para el ejercicio del disfrute sensual. La muestra, organizada en Nueva York por la Open Society Foundations —fundada y presidida por el financiero multimillonario húngaro George Soros (la 30º persona más rica del mundo según Forbes)—, presenta entre el 29 de enero y el 3 de octubre cinco trabajos de documentalismo fotográfico de primer nivel, cinco miradas implacables a otras tantas crisis, dramas o situaciones de profunda injusticia.
Los reportajes y fotoperiodistas becados por la organización de Soros son: A Long Walk (Una larga marcha), de Shannon Jensen; Goodbye My Chechenia (Adiós my Chechenia), de Diana Markosian; InRuins: The Fall of Greek Industry (En la ruina: la caída de la industria griega), de Nikos Pilos, y Shadow of the Condor (La sombra del condor), de João Pina. Es la 21ª edición de Moving Walls desde 1998, cuando la Open Society Foundations inició el programa de financiación de proyectos de fotografía documental.
En un ambiente de información constantemente cacofónicoLos organizadores destacan la importancia de los reportajes fotográficos en profundidad como medio para «contar historias distintas y significativas» en un ambiente de información visual «constantemente cacofónico». En contraste con la inmediatez de las imágenes compartidas en tiempo real, añaden, los fotógrafos documentales «se comprometen con historias a largo plazo» y crean narrativas «con matices y profundidad» que «con frecuencia desafían nuestros supuestos o amplian nuestros conocimientos».
Cuando Shannon Jensen viajó a los campamentos de refugiados en el noreste de Sudán del Sur en 2012 pretendía «resaltar el arduo viaje de cientos de miles de civiles que huyen del conflicto en Kordofán del Sur y el Nilo Azul», pero evitando las imágenes que llegan a ser «deshumanizadoras» de los refugiados en marcha. La fotoperiodista optó por enfocar la cámara en los zapatos rotos que los hombres, mujeres y niños utilizaron durante la penosa travesía para escapar de la muerte. Para Jensen, «cada zapato desgastado o remendado (…) no sólo refleja las luchas individuales de sus propietarios, sino que también dice mucho sobre su ingenio y perseverancia durante el largo camino hacia la seguridad».
Diana Markosian muestra Chechenia desde una óptica que «se aparta de la cobertura habitual» de la actualidad de esta república rusa que sigue «sufriendo la inestabilidad y los conflictos» derivados de dos guerras (1994-2009). Aunque la mayoría de las informaciones «se centran en la violencia abierta», la fotógrafa muestra el «carácter transitorio de esta región desde la perspectiva de las niñas y las mujeres jóvenes» que deben vivir «en un entorno cada vez más represivo». A través imágenes íntimas y cotidianas presenta a una serie de mujeres que, por simplemente dar un abrazo, «asumen grandes riesgos desafiando los nuevos decretos del gobierno fundamentalista islámico» y el continuo «monitoreo del comportamiento y la vestimenta de las mujeres».
Mark Leong muestra la «percepción de un lugar distorsionado», Hong Kong , en una serie de fotos que exploran la tensión entre su reputación como una «ciudad resplandeciente y apolítica impulsada por el materialismo» y la realidad de la «creciente brecha económica y la disminución libertades». El reportero coloca esta «desconexión» en el contexto de la relación «cada vez más incómoda» entre Hong Kong y China desde 1997, cuando se ejecutó la transferencia de la soberanía del Reino Unido. En tejados y esquinas de las calles, en la selva de neones o en un parque frecuentado por los trabajadores migrantes Leong busca «señales visuales que indican la identidad distinta de Hong Kong y reflejan las tradiciones del pasado y los retos del futuro».
Con el desempleo juvenil en un 65 por ciento y millones de puestos de trabajo perdidos, Grecia también se enfrenta a la incertidumbre y Nikos Pilos documenta el impacto de la recesión económica en fotografías «extrañamente serenas» de fábricas y negocios abandonados en la región norte de Tracia. Desde mediados de la década de 1970, esta zona había experimentado un auge industrial subvencionado por el Estado, pero una vez que la crisis económica golpeó a Grecia, las centenares de fábricas y complejos industriales de Tracia se quedaron en diez.
João Pina también considera el peso de la historia, en este caso, el legado de la Operación Cóndor, un plan secreto creado en 1975 por las dictaduras militares de derecha de seis países —Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay— para «silenciar a la fuerza y eliminar la oposición política». Pina desentierra restos de las atrocidades del pasado incrustadas en el paisaje, en las historias de los familiares de los muertos o desaparecidos, en los procesos judiciales y en documentos y archivos oficiales. Mediante la combinación de sus propias fotografías con una selección de imágenes de archivo, crea «una historia visual de un pasado que ha sido suprimido activamente a través de la violencia extrema».