No es la primera vez que le hago fotos. Baila a cambio de monedas en el centro de San Francisco, donde abundan los bailarines de acera. A veces va con otro negro, tan musculado como él. Ambos se saben irresistibles y juegan a ser compadritos. Otra veces se hacen acompañar por una mujer blanca y entrada en años que tiene piernas y brazos de estaño. No hacen el payaso ni pretenden que te rías: simplemente bailan.
[Ambas fotos son con película de medio formato, Kodak Tri-X. La cuadrada la hice con la Hasselblad que me prestó un amigo. La otra, con mi Fujifilm 645]