¿Tres adjetivos? «Suave, cínico, penumbroso». ¿Sustantivos? «Lobo, culpa, soneto». ¿Verbos? «Ajustar, permitir, pensar». Facetas múltiples. La propuesta inaugural de esta sección de valores fotográficos al alza es Minas Papadopoulos. Nació y vive en Tesalónica (Grecia) y usa la cámara como arma incruenta. Sale al mundo a cazar. No lo hace para ganarse la vida: trabaja como docente y no confía en que sus fotos puedan darle de comer en estos tiempos de bombardeo de imágenes,
sino para entenderse a sí mismo. Las balas son contra el peor enemigo, la psique, sobre todo la de uno mismo. «Ver el mundo con ojo fotográfico alimenta nuestra sensación de poder en un mundo que vive instalado en el miedo», afirma.
EDAD: 32 años. NACIÓ Y VIVE en Tesalónica (Grecia), «un cruce de caminos entre el este y el oeste, entre el mar y las montañas». TRABAJA como profesor de NuevasTecnologías. HACE FOTOS analógicas y las posproduce con software digital. ADMIRA a Friedrich Nietzsche. MINAS PAPADOPOULOS opina que para hacer fotos es necesaria la constancia: «Disparas y disparas y al final del día llegas a una conclusión».
¿Te atreverías a definir la fotografía?
La luz y su ausencia. Un proceso alquímico que se desarrolla sobre partículas de plata y permite probar nuestras existencias, experiencias y pensamientos.
¿Es un camino de búsqueda personal?
Solía pensarlo: una habilidad para autoexplorarnos… Ahora creo que la fotografía es un arte cuyos potenciales debemos explotar antes que una forma de exorcizar nuestros demonios. La realización personal y la curación llegan durante ese proceso.
Dicen que el fotógrafo es un «emisario de su propia tristeza». ¿Estás de acuerdo?
Me gustaría contestar que no, pero es una verdad que intentamos ocultar.
¿Es posible ganar dinero con las fotos?
Todo el mundo lleva una cámara encima en estos tiempos. Nos bombardean las imágenes mediocres e Internet se ha convertido en un almacén gratuito… No pienso en el dinero. Tengo un trabajo. Las fotos son parte de mi vida… O jalá tuviese más tiempo y alguien me pagase por escuchar música y ver películas.
Analógico contra digital, ¿en qué bando estás?
Me gusta hacer fotos en analógico y tratarlas en digital. Estoy en contra de los defensores a ultranza de lo digital porque es más barato. Cuando disparas en analógico te concentras en la luz, la composición, el objeto… Además, me encanta esperar, fantasear sobre el resultado de una foto. Y me gustan la química, el grano de la película… Me gusta lo tangible.
[Esta pieza fue publicada en octubre de 2008 por la revista Calle 20. Consulta la versión completa en PDF]
¿Se atrever!a a definir la fotograf!a?
La luz y su ausencia. U n proceso alqu#mico que se desarrolla sobre part#culas de plata y
permite probar nuestras existencias, experiencias y pensamientos.
¿Es un camino de b»squeda personal?
Sol#a pensarlo: una habilidad para autoexplorarnos… Ahora creo que la fotograf#aes un arte
cuyos potenciales debemos explotar antes que una forma de exorcizar nuestros demonios.
La realizaci»n personal y la curaci»n llegan durante ese proceso.
Dicen que el fot#grafo es un «emisario de su propia tristeza». ¿Est$ de acuerdo?
M e gustar#a contestar que no, pero es una verdad que intentamos ocultar.
¿Es posible ganar dinero con las fotos?
Todo el mundo lleva una c$mara encima en estos tiempos. Nos bombardean las im$genes
mediocres e Internet se ha convertido en un almac%n gratuito… No pienso en el dinero.
Tengo un trabajo. Las fotos son parte de mi vida… O jal$ tuviese m$s tiempo y alguien me
pagase por escuchar m&sica y ver pel#culas.
Anal#gico contra digital, ¿en qu% bando se sit»a?
M e gusta hacer fotos en analógico y tratarlas en digital. Estoy en contra de los defensores a
ultranza de lo digital porque es más barato. Cuando disparas en anal»gico te concentras en
la luz, la composición, el objeto… Adem$s, me encanta esperar, fantasear sobre el resultado
de una foto. Y me gustan la química, el grano de la película… Me gusta lo tangible.
Sobre las fotos de Minas publiqué otra pieza, en la web El Fotográfico:
Fantasmático Minas Papaadopoulos
El escritor y periodista mexicano Sergio González Rodríguez, un argonauta del espanto y las twilight zones de Ciudad Juárez, Sonora y Chihuahua, donde el crimen y el Estado se aparean con un refinamiento tan brutal como clínico, compara el magnetismo que sentimos ante la crueldad y sus huellas (el “contagio del horror”) con el padecer de la acrofobia, el vértigo de altura, el “llamado del vacío”, compuesto al tiempo “de pánico y fascinación alternos frente al abismo”.
Hace un tiempo, el fotógrafo Minas Papadopuolos alojó para mí en un servicio en línea un disco de los añorados Silver Jews, uno de sus grupos favoritos. Cada vez que escucho una de las canciones, What is not but could be if, pienso en un diagnóstico médico:
La verdad no está viva o muerta
La verdad está luchando para manifestarse
Cuando le anuncié que deseaba escribir sobre sus últimas fotos, percibí en Minas la suprema noción de que está habitando el peor lugar en el peor momento. También hay twilight zones en la extraviada Europa. La Grecia natal de este fotógrafo de 33 años se asoma al abismo de la bancarrota a la que nos empujaron –y en ello siguen– los oligarcas y el laissez faire, laissez passer de la clase política.
“Esto es una locura. El futuro es incertidumbre e inseguridad. Caminamos por un campo de minas”, dice Minas (y, por favor, no sonrían ante la reiteración de nombre y bomba, no viene al caso). Asomado a la grieta, sin saber cuando llegará la próxima nómina, Minas acaba de dejar el paro y ahora vuelve a trabajar como profesor de nuevas tecnologías.
Si el hombre no mutilado, como decía Georges Bataille, sabe que “cuanto mayor es la belleza, más profunda es la mancha”, Minas hace fotos con la certeza de que todo aquello que es demasiado claro también es, de modo explícito, demasiado artificial. Le interesan las manchas porque no hay sala VIP posible y, si nos invitaran a alguna, mereceríamos la condenación. Debes mantenerte en el alambre, pero nunca contagiarte del horror.
(…)
John Cheever infirió la única opción posible: “escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro dolor, a nuestra felicidad”. Minas es un maestro en la practica de esa religión. Dios le guarde.