Encuentras tu nombre en la página 858 de una antología de ensayos escritos por un gran escritor, muerto el año pasado tras un prematuro ataque de corazón.
Felicidades, Mr. Brian
El próximo 20 de junio, Brian Wilson, el indestructible ex líder de unos ya erráticos Beach Boys, cumple 60 años. Para llegar a este feliz aniversario, que se completa con la salida al mercado de un segundo doble en directo desde el Roxy Theatre, la vida de Brian y la visión del resto del mundo sobre la trayectoria de uno de los mayores músicos del pop, si no el más grande, ha dado vueltas más engañosas que una cinta de Möebius. Una biografía que, por cierto, tiene en español una notable expresión escrita en Bendita locura, de José Ángel González Balsa, que el año pasado publicó la editorial Milenio.
Del niño de oro californiano, gordito, sonriente y más limpio que unos zapatos de primera comunión, influido por Phil Spector y los grupos vocales blancos y negros de los 40 y 50, capaz de hacer un éxito en menos tiempo de lo que duraba la canción, Brian se convierte a partir del álbum Pet Sounds en un verdadero artista que impone una dimensión nueva a algo que conocía bien, el dolor adolescente enmascarado de felicidad, y, en un más difícil todavía, darle una altura poético mística, pero sin ampulosidad ni pedantería, con el siguiente single de Beach Boys, Good Vibrations, y, cómo no, darse el mayor batacazo de la historia discográfica al sufrir un colapso nervioso intentando hacer el triple mortal sin red en lo que sería el nunca publicado Smile.
Brian Wilson se volvió loco anticipándose en muy poco a la debacle del sueño hippie y, durante más de 30 años, su nombre iba apareciendo en los primeros lugares de la lotería del próximo mártir del rock. O ni siquiera eso, porque la chifladura de Brian, sin salir de la cama de su mansión y en completa regresión a una infancia indolora, parecía más bien la de un pobre niño rico a la prototítipica del ángel caído que vive rápido, muere joven y adiós, adiós, hasta luego. Un ejemplo de lo políticamente incorrecta que era la bendita locura de Brian es su encuentro con el gurú Maharishi, adonde le llevaron sus hermanos para ver qué conseguía hacer el embaucador hindú con los restos de la mente del que era la fuente creativa y, por tanto, económica, del grupo. Así que llegan los Beach Boys a la sala donde les espera el guía, se sientan a su alrededor en posición de Flor de Loto (menos Brian, que se sienta como puede). Entonces el Maharishi le pregunta a la siguiente víctima de su depredación: «Dime, Brian, cuál es el camino que te gustaría seguir». Y él, tras contemplar el panorama y sin pensárselo dos veces, contesta: «El camino del burguer más cercano». ¡Olé tus neuronas, Brian! ¡Y que no te mueras nunca!
No sabías que esa referencia existía, que estaba publicada (en el suplemento del diario El Mundo, el 14 de junio de 2002). Te hubiera gustado agradecer en persona el interés, porque admirabas a Francisco Casavella, el escritor muerto.
Lees la reseña de Casavella deseando larga vida a Brian Wilson. Lees una voz que podría ser la tuya.
Nunca leí nada de Casavella (salvo artículos sueltos), pero siempre lo sentí cercano.