Quienes conocen a Jaroslav Kucera suelen definirlo con una frase que es el mejor de los halagos para un fotógrafo empeñado en mostrar la vida: «Se hace amigo de todas las personas que retrata».
Esta cualidad expansiva, de extrema y admirable complicidad, es resaltada en la gran retrospectiva sobre la carrera de Kucera que se está celebrando en Praga: Cómo conocí a la gente —en el Castillo Real de la capital checha hasta el 18 de agosto—. El lema de la muestra es también una consigna vital del fotógrafo.
Poco conocido fuera de la República Checa hasta 2001, cuando ganó el Fujifilm Euro Press Photo Awards y sus fotos dejaron boquiabiertos a los fotoperiodistas del mundo, Kucera nació en 1946 en el pequeño pueblo de Redhoš del norteño y apacible distrtito de Litomice. Estudio para ser ingeniero civil y se licenció para descubrir que su vocación estaba en otro ámbito: en el registro, cámara en mano, de sus compatriotas. Nunca ejerció la ingeniería y desde 1973 se gana la vida, como reportero por cuenta propia, haciendo amigos.
Las fotos de Kucera están libres de las pretensiones formalistas del documentalismo moderno. Son puras, intuitivas y rebosan vida. Las ordena con la misma naturalidad con que las hace y en las muchas colecciones que atesora en su web pueden encontrarse encabezados que conviene leer como un canto al mundo y sus habitantes: gente que he conocido; encuentros, momentos, soledad; pubs de Praga…
También ha añadido a sus incansables búsquedas, porque se trata de una persona enamorada de la sociedad de la que forma parte, a los infortunados, los desempleados, la hostilidad, los bordes de la sociedad y los momentos históricos: la revolución de terciopelo; protestas contra la globalización; el día a día en Nagorno Karabaj…
No se equivocan en la presentación de la exposición de Praga cuando hablan de un «don divino» para explicar las fotos expresivas y francas de Kucera, un fotógrafo que convive con las personas a las que retrata y que habita sus propias imágenes, formando parte de ellas porque es lo justo, porque no te puedes quedar fuera de la foto cuando haces la foto.