Nunca dominé el álgebra de las manos. Fui un mal aprendiz de carpintero en el negocio de aquel psicópata que, como supe más tarde, maltrataba a su mujer, y un peor albañil durante la reconstrucción de la casita de la Alpujarra donde S. y T. vivieron unos meses antes de que él cayese en la malla mental del gurú y terminase bailando desnudo y embarrado en los confines de Uttar Pradesh.
Mis manos eran torpes pero funcionaban como amanuenses dóciles, silenciosas novias, se dejaban maltratar sin queja cuando mordisqueaba las uñas con el placer neurótico del que aún, con un enorme sentido de culpa, disfruto en mis silencios.
Ahora mis manos se han bifurcado de mí. Duelen, han dejado de ser garras y perdido fuerza. Hay insectos en cada yema.
pasote chaval¡ ambos
Gracias Segun. Lo trágico del caso es que el dolor en las manos es real. Soportable pero, por momentos, duro. Me duele cuando uso la 5D, pesado traste de mierda pero necesario para algunos trabajos.
[…] al agotamiento de mi glosario —sólo resta la terminología de agencia de prensa—, sumado al dolor en los dedos, sumado al abandono de todo afan literario (perdón por la prepotencia, acabo de escribir […]
[…] al agotamiento de mi glosario —sólo resta la terminología de agencia de prensa—, sumado al dolor en los dedos, sumado al abandono de todo afan literario (perdón por la prepotencia, acabo de escribir […]