el hombre que soñaba con Hank Williams alcanzaba la mímesis cuando la broca del dolor taladraba su espalda
sus brazos dibujaban entonces una cruz roja y lograba cantar como un salvaje de la arcadia, como un niño montañés jugando en la maleza, donde las guitarras no tienen seis cuerdas porque cada tallo es una cuerda
al hombre que soñaba con Hank Williams nunca le regalaron un sombrero Stetson, pero estaba preparado para el momento: guardaba la pluma de una boa de opereta para ennoblecer la cinta negra
esperaba morir con la cabeza bien amoblada (bajo un Stetson no hay fantasmas), esperaba el último Cadillac (en un Cadillac no viajas, te trasladas) para beber de la petaca el último trago de Wild Turkey (el whisky con gusto a labios de primera novia): sabía la fecha, 31 de diciembre (ese día no te mueres, escapas)
el hombre que soñaba con Hank Williams había llegado a una conclusión: la única enfermedad es el amor
el hombre que soñaba con Hank Williams creía en una sola verdad: el corazón delator
* * *
[Hank Williams, aldeano de Mount Olive-Alabama, tocaba con la guitarra que le había regalado, cuando cumplió ocho años, su mamá. Pese a lo que digan la historia y las fotos, siempre tocó con esa guitarra]
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