El corazón es un copista y sólo los necios creen en el exagerado valor de la originalidad, cuando la originalidad se asienta en la fidelidad y ésta es una república invisible de:
pequeños objetos verbales
fotos en blanco y negro
pequeñas cosas que pesan mucho
enamoramientos a pesar de las palabras
talismanes eternamente perdidos para ser
eternamente encontrados
epitafios sangrientos
de casas humildes y sepulcros
y la tierra después
de vivir sin entender el mundo
atroz y espléndido
de indios azules
y bellos trabajos
de muertos de hambre
patéticos y fuertes
de crines, domas y portazos
manos fuertes y tan apretadas
espejos de ofensa para uno mismo
mirar y decir a trompicones
sin dejar de mirar mientras vas cayendo
y, como enseñaba alguien en algún lugar
la vida no te debe nada
nada de nada
Porque, como dijo Shaw y repitió Borges mejor, god is in the making , dios está haciéndose , quizá tejiendo nuestro sueños sobre dios para olvidarse de sí mismo, escribiéndose en reliquias que alguna vez llamamos canciones.
God is the making, seguro, aunque del gerundio quedan excluidos todos los puntos de fuga, las heridas escondidas: Gaza, Birmania, el Tibet, Sudán, Yemen, Angola, Burundi, Cachemira, Uganda, Chechenia y tantos otros granos en la cara lavada del mundo nuevo, en especial ahora Haití…
Y estoy de acuerdo 100% con este decálogo de la vergüenza.
And what if God is not in the making, but dead?
Si la acepción de la frasecita, como creo, es reflexiva (god is in the making), me gusta pensar que somos nosotros quienes le construimos, a nuestra imagen y semejanza. De modo que, tienes razón, quizá le estemos matando o ya lo hayamos matado.