François Snelders: “Hacer fotos transforma las dudas en nuevas dudas”

15/05/2013
François Snelders

François Snelders

Sólo ha intentado una vez aprender fotografía en el aula. Le bastó para saber que el secreto no está en las academias. «Los profesores no dejaban de darme reglas y normas muy importantes y creo que, en la fotografía o en la vida, es mejor dejarlo cuando las normas empiezan a ser proclamadas».

Ha preferido aprender por el mejor sistema («prueba, error y nunca estar satisfecho») y mantener encendida la linterna de la curiosidad que lleva encima desde los seis años: «Es mi primer recuerdo fotográfico. Estábamos sentados en el césped y yo le hacía fotos a mis padres con una box camera».

Sigue siempre armado, cámara en mano y, aunque confiesa con cierto rubor que tiene unos 70 modelos distintos, se inclina por las más simples. La colección de fotos que publicamos, todas de la ciudad en la que vive, Gante (Bélgica), fue realizada con cámaras Lomo, Diana y Felicia y con técnicas donde el azar impone su ley (múltiples exposiciones, película caducada, pinhole…).

NACIÓ en 1957 en una aldea de los alrededores de Amberes (Bélgica). A los 18 años se mudó a Gante para estudiar políticas y comunicaciones. DURANTE ESTA ÉPOCA tocó en el grupo Hubble Bubble, una de las primeras bandas punk del país. FRANÇOIS SNELDERS fue coordinador del Kunstencentrum Vooruit, uno de los centros culturales más importantes de Gante. DESDE LOS AÑOS NOVENTA se dedica a la docencia. Ahora es el jefe de departamento de periodismo en el Arteveldehogeschool. HACE FOTOS buscando inspiración en la música: en su iPod pueden sonar Portishead, Louis Sclavis, Miles Davis y, sobre todo, Robert Wyatt, un creador al que admira más que a ningún otro («es un extraordinario cantante y compositor y alguien con una visión de la sociedad pura y sin compromisos»). ENTRE LOS FOTÓGRAFOS se queda con Alvin Langdon Coburn, «el primero en desenfocar intencionadamente a los sujetos para centrarse en la luz y la composición de las sombras».

¿Por qué te gustan tanto las cámaras de plástico, casi de juguete?
Es lo impredecible del resultado lo que me atrae de ellas. También me gustan porque no tienen limitaciones técnicas… Sus imperfecciones las hacen más adecuadas para este mundo imperfecto.

¿Cómo te defenderías de quien te acuse de cultivar la imperfección?
El fotógrafo transforma sus imperfecciones en imágenes que las reflejan. Son alegorías de los límites de eso que llamamos realidad. Las imperfecciones humanizan la realidad. Para algunos las fotos son una versión idealizada del mundo. Es la belleza aislada. Me gusta, al contrario, pensar que la fotografía transforma las dudas en nuevas dudas, siempre cambiantes. Es una manera de compartir nuestro silencio interior.

Entiendo que estas obligado a ser intuitivo cuando disparas.
Conocí a un fotógrafo aleman que tardaba dos días en hacer una foto. A mí me recordaban a las maquetas de ciudades de Albert Speer, todo bajo control, una versión Kraftwerk del mundo exterior… Suelo hacer fotos sin mirar por el visor, mientras camino, quizá esperando que la cámara vea más que yo, más imperfecciones, pero imperfecciones interesantes.

Las fotos que hemos seleccionado son todas de Gante, la ciudad en la que vives y trabajas. Háblanos de tu relación con ella.
Es una pequeña ciudad con historia. Tiene la mayor cantidad de estudiantes de Flandes y, como consecuencia, una vida cultural muy activa Los jóvenes le han dado el impulso necesario para que no sea una simple reliquia. Como toda comunidad burguesa, Gante tiene problemas de integración con las nuevas etnias inmigrantes. Para mí es un lugar lleno de posibilidades. Por ejemplo, puedo estar en dos horas de tren en París, Londres o Amsterdam.

¿Qué relación fotográfica tienes con Gante?
Toda ciudad es como un libro viejo del que hay que saber extraer la magia. Me gusta hacer fotos de noche, cuando la realidad se transforma con luz artificial. No soy nada formal cuando hago fotos. Me gusta que el azar esté presente: superpongo negativos, hago dobles o múltiples exposiciones, busco películas caducadas que ya no se fabrican… No pretendo nada. Mi trabajo es puro ejercicio. Casi siempre es sólo eso.

¿Te atreverías a definir la fotografía?
La web de Princeton dice que es «representar a la gente o la naturaleza con exactitud y fidelidad». Creo que eso es lo que no es la fotografía. Hacemos fotos para retener emociones y sentimientos.

[Esta pieza fue publicada en octubre de 2010 por la revista Calle 20. Consulta la versión completa en PDF]

 

François Snelders

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[Sobre las fotos de François Snelders escribí también una reseña en la web El Fotográfico]

François Snelders, deseo de habitación

No es caprichoso especular que Ansel Adams, padrino de la panorámica ornamental, abominaría de François Snelders. El primero gustaba de alzar la voz para dogmatizar que la fotografía “no es un accidente, es un concepto”, idea que contradice cada uno de los muchos e insufribles calendarios con su obra que decoran las salas de espera de gestorías de fincas, gendarmerías, consorcios de transporte de mercancías, agencias de mayoristas de viajes y otras antecámaras de tortura emocional.

Al contrario, Snelders se confiesa con una voz de afónica y ajena a la sobrebia (“tengo muy poco que decir y comunicar sobre mi obra”). Opina que sus fotos son apenas un ejercicio eterno y circular basado en “el registro de la luz”. Es decir, percances aleatorios, estrategias oblicuas como las del músico Brian Eno y el pintor Peter Schmidt, que aplican a la creación el rigor del azar, la peculiaridad del momento, lo insólito e imprevisto.

Los factores que maneja este fotógrafo belga son esenciales: película analógica (diapositivas), revelado de proceso cruzado y nada de postproducción digital. En las piezas que acompañan este texto fue tan radical y sincero que ni siquiera midió la luz o utilizó trípode. Las exposiciones son de hasta medio minuto y siempre hand held, cámara en mano.

“Mis fotos”, dice Snelders, “son una simple alegoría del tiempo”. Demuestran, por ejemplo, que “el día y la noche son con frecuencia muy similares”. Esta Diana se titula, precisamante, Night and Day. Es una exposición múltiple cargada de una atracción magnética, de polos opuestos.

Nada de señales o miradas heredadas. Imposible etiquetar, referir la imagen a un evento (el cumpleaños, la muerte, la caída…) o una retórica (la soledad, el ímpetu, la pobreza…). Como casi todas las fotografías de Snelders, ésta es incorpórea y su flamante fulguración es de hielo seco.

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