Diagnóstico: trastorno depresivo mayor de carácter moderado. F32x (296.2x) según la DSM IV.
Palabras escritas y textuales de mi sicóloga en un informe que reclaman las autoridades laborales para tener pruebas (ya se sabe, el canon jurídico de ahora es: eres culpable hasta que demuestres tu inocencia) de que no finjo, de que duele de verdad.
Me gustan los dígitos maridados con letras, la formulación de calibre balístico. Soy un F32x (296.2x).
Para reconocerme, me miro en el espejo del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, la sagrada Biblia de esta vulgar parábola, dictada por el espíritu pionero de los mentalistas y empty suits gringos de la American Psychiatric Association.
Estos son los síntomas, mi mood, mi spleen, mi continencia:
1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.
2. Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás).
3. Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables.
4. Insomnio o hipersomnia casi cada día.
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido).
6. Fatiga o pérdida de energía casi cada día.
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo).
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena).
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse.
Cometo al menos cinco de los nueve pecados, dice el oráculo. De otra forma no sería un F32x (296.2x).
Sin duda, el 1, el 2, el 6, el 7 y el 8 son los estigmas que me señalan: vacío, desinteresado, fatigado, inútil, indeciso…
Así soy, munición de Occidente.
La cosa deberia ser mas sencilla: Si sentirnos mal nos impide realizar las actividades que se supone deberiamos hacer diariamente, no tendriamos que recurrir a ningun diagnostico, ni andar luchando por conseguir que entiendan que no estamos fingiendo.
El problema es cuando hay gente a la que sorprenden mintiendo para no cumplir con su trabajo, como a esta mujer canadiense.
http://abcnews.go.com/Technology/AheadoftheCurve/woman-loses-insurance-benefits-facebook-pics/story?id=9154741
Por gente como ella tenemos que padecer todos los demas.
Le envio un saludo (De verdad. Aunque esta es una frase hecha, su significado no lo es)
señor…..
“…….the woods are lovely, dark, and deep,
but …………..”
(robert frost)
12379… Un abrazo enorme
Gracias a los tres.
Todavía: sí, la cosa debería ser fácil. Viví de cerca una peripecia similar a la que citas: el patrón contrató a un detective para seguir a una sospechosa deprimida. El fisgón la descubrió en la Feria de Sevilla y la empresa, amparándose en que los tristes, parece, no pueden ir a las fiestas, la despidió. Ella reclamó a los tribunales y los peritos médicos testificaron, uno tras otro, que la melancolía se cura con alegría. Ganó el juicio, claro. La readmitieron.
Trying…: Robertico Frost knew that the quality of light is the only thing that matters (and this is the first photographic lesson)
Si uno pudiera hacer algo…
En lugar de un F32x prefiero pensar que eres un nexus 6. Como Ron Batty ajustando cuentas con su creador Eldon Tyrell.
Lo dicho, Jose, que si uno pudiese hacer algo…
Te mando un fuerte abrazo.
Muy buena
Yo comparto este rótulo creado por los locos que se esconden detrás de sus lentes y sus batas