Erwin Blumenfeld, el fotógrafo que vaticinó la perversidad de Hitler

23/09/2013
Ewrwin Blumenfel, 1933 © The State of Erwin Blumenfeld

Ewrwin Blumenfel, 1933 © The State of Erwin Blumenfeld

Cuando Adolf Hitler fue nombrado canciller de Alemania en 1933 tras haber ganado unas elecciones democráticas, uno de los primeros artistas en vaticinar la perversidad del político y las consecuencias atroces del ideario nazi fue el fotógrafo Erwin Blumenfeld. Urgido por una necesidad apremiante de mostrar lo que se le venía encima a Europa y al mundo, el artista elaboró un par de fotomontajes históricos.

El dípticoGrauenfresse / Hitler (El rostro del terror / Hitler) muestra, por un lado, una doble exposición de un esqueleto y un retrato del Reichskanzler (canciller) que en al año siguiente sería Führer dictatorial y plenipotenciario y, al lado, una toma similar con los ojos y la boca derramando sangre.

Aunque ha pasado a la historia como un renovador radical de la fotografía de moda —es suya la imagen de 1939 de Lisa Fonssagrives, una de las primeras top-model, colgada de la Torre Eiffel en un poema visual a la libertad y la belleza—, Blumenfeld fue algo más que uno de los más atrevidos retratistas de su tiempo. Durante sus casi cuarenta años de ejercicio nunca renegó del riesgo y la experimentación. Tampoco del compromiso político.

El museo parisino Jeu de Paume, una de las pinacotecas fotográficas europeas más rigurosas (todavía resuena su anterior exposición, dedicada a  Eva Besnyö), empìeza el nuevo curso con Erwin Blumenfeld (1897-1969). Photographies, dessins et photomontages (Erwin Blumenfeld (1897-1969): fotografías, diseños y fotomontajes), una exposición que, del 15 de octubre al 26 de enero de 2014, mostrará más de 200 trabajos del artista.

Blumenfeld, judió berlinés, hizo fotos desde los ocho años. Nadie le enseñó nada: aprendió por su cuenta con una camarita de saldo que le regalaron en un cumpleaños. Fue conductor de ambulancias en la I Guerra Mundial y desertor de la carnicería. Detenido y encarcelado, se exilió en Holanda. Buscó ganarse la vida como librero y peletero, pero en ambos oficios fracasó. En 1936 se estableció en París y conoció a Cecil Beaton, que le apadrinó e introdujo en el circuito de las fotos de moda.

Aunque trabajó para las grandes revistas —Vogue, Vanity Fair, Harper’s Bazaar, Cosmopolitan…— nunca permitió que sus trabajos sufrieran interferencias o dependiesen de los dictados de la moda del momento. Opinaba que «la belleza está en el accidente, el mal balance, el tropiezo, la sensibilidad transtornada» y utilizaba la sensibilidad del surrealismo para hacer de los reportajes sueños en movimiento.

La exposición de París, con obras de entre 1910 y finales de los años sesenta, incluye como novedad inédita la exhibición de dibujos, montajes y collages que realizó en los primeros años de su carrera. Están influidos por el absurdo dadaísta y por sensibilidad expresionista alemana.

[Escrito para Artrend – 20 minutos]

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