Edward Steichen (1879–1973), uno de los primeros renovadores de la fotografía contemporánea, era ya un artista consagrado —también pintaba, y con bastante maestría— cuando en 1923 aceptó una oferta de trabajo del grupo Condé Nast, editor de, entre otras revistas, Vogue y Vanity Faira, publicaciones de referencia en el mundo de la moda. Durante los siguientes quince años, Steichen sacó partido a la influencia y los recursos de la empresa para crear una nueva manera de retratar a personalidades y famosos.
El nuevo estilo rompió dramáticamente con la tradición y las influencias del pictorialismo y absorbió las influencias del avant-garde para abrir camino a la fotografía moderna. Su influencia es enorme y puede palparse en toda una pléyade de autores posteriores: desde Richard Avedon hasta Robert Mapplethorpe, todos los retratistas aprendieron algo de Steichen.
El museo FOAM de fotografía expone en Amsterdam (Holanda), hasta el 6 de septiembre, la amplia antología Edward Steichen: In High Fashion, the Condé Nast Years, 1923 – 1937 (Edward Steichen: Alta costura, los años de Condé Nast), con doscientas fotos de aquellos tiempos en que nadie se negaba a ser retratado por el maestro. Alguno de sus modelos llegó a decir que estaba deseando ser «steichenzado«.
En la muestra hay retratos de cineastas (Cecil B. De Mille, Ernst Lubitsch, Irving Thalberg, Josef von Sternberg, Walt Disney; actores (Gary Cooper, Maurice Chevalier, Harold Lloyd, W.C. Fields, Rodolfo Valentino, Greta Garbo, Shirley Temple, Gloria Swanson, Claudette Colbert, Marlene Dietrich, Fay Wray), pintores (Henri Matisse, Georges Rouault), escritores (Thomas Mann, George Bernard Shaw, W.B. Yeats, Luigi Pirandello, Colette), músicos (Igor Stravinsky, Leopold Stokowsky, George Gershwin)…
La decisión de aceptar el trabajo de Condé Nast fue quizá el momento de inflexión más drástico de la larga y variada carrera del fotógrafo, que hizo desde reportajes publicitarios hasta fotografía bélica de propaganda. A Steichen le costó tomar la decisión porque su mentor, el patriarca de la foto artística Alfred Stieglitz (1864–1946), defendía la idea del arte por el arte y consideraba que la pureza era la piedra angular de toda obra y que el trabajo comercial era indigno. Tras algunas discusiones y tal vez motivado por la oferta económica suculenta de los editores, Steichen decidió dar el sí a la oferta. «Quiero trabajar comercialmente como un ingeniero», explicó.
Se suele decir que los retratos que produjo, realizó y publicó durante su estancia en el grupo editorial tuvieron tanta importancia para la historia de la fotografía como el paso del mudo al sonoro para el cine. Dotado de una intución artística labrada en el gusto por el impresionismo y el simbolismo franceses y con una capacidad de trabajo asombrosa, hizo retratos que merecen ser comparados, como opinan los críticos, con las mejores obras de arte de la época del art déco.
Nacido en Luxemburgo en 1879 y emigrado a los EE UU cuando era un bebé, Steichen comenzó como aprendiz de litografía en una imprenta, pero se decantó por las fotos a los 17 años. Algunas de sus primeras obras fueron compradas por Stieglitz, del que se convertiría en amigo íntimo y protegido. Ambos fundaron la asociación Photo-Secession.
En 1947, diez años después de dejar el grupo Condé Nast, Steichen fue nombrado director del departamento de fotografía del MoMA de Nueva York. En 1955 fue el comisario de la exposición más popular de la historia de la fotografía, The Family of Man.