Un par de fábulas sobre dólares, copyrights y mangoneo en la tierra de la abundancia. Ambas recientes, reales y conmigo como víctima.
1. ¡Me escriben de la productora de Ridley Scott, Joaquin Phoenix y Casey Affleck!
Recibo un amable correo electrónico de una persona —importa poco el nombre— que trabaja en la producción del documental End of Life, un producto que, según me informa mediante un vínculo a un magazine on line de noticias sobre Hollywood, tiene dinero de Joaquin Phonenix, Casey Afleck y Ridley Scott, derechos de emisión comprados por National Geographic y realización de dos ganadores del Oscar.
Me pregunta si tengo fotos de una mujer a la que retraté hace más de un año para una entrada de uno los blogs que escribo. Ella murió —circunstancia que yo desconocía— y sus últimos meses son parte del documental, dedicado a filmar el final de algunos enfermos terminales.
Contesto que sí, que tengo media docena de negativos en alta resolución, y pregunto de cuánto presupuesto dispone la producción para comprar los derechos de mis fotos. Anoto que soy freelance, que vivo de escribir y hacer fotos y que soy flexible con respecto a la tarifa.
El representante de la producción contesta con este correo:
Gracias Jose. Entiendo perfectamente tu postura y no está mal que pidas una compensación. Nos encantaría usar tus fotos en el documental, pero, desafortunadamente, nuestro presupuesto es muy bajo.
Los fotógrafos que nos han cedido fotos de R. lo hicieron porque el documental es para una buena causa. No sólo porque honra a R., sino porque lleva a la primera línea de interés los asuntos referidos a la muerte. Y puede servir de publicidad para tu trabajo. El documental va a ser emitido por el canal de National Geographic en otoño y tu trabajo será apropiadamente firmado.
Sería awesome [me niego a traducir la palabreja-fetiche que comanda este país] que donaras tus fotos. Si no es así, lo entiendo, pero, como te dije, nos encantaría utilizarlas.
No he contestado. Pese al insulto, no lo haré. Prometo, eso si, no pagar nunca más por un película de Joaquin Phoenix o Riddley Scott —a la familia Affleck ya la había colocado fuera de mi vida por razones de salud mental—.
2. ¡Soy el fotógrafo oficial de un roquero!
Hace menos de un año hice fotos a un grupo de blues rock en una actuación en San Francisco: Lance Canales & The Flood.
Entrevisté el cantante-guitarrista-líder y publiqué una reseña. Como detalle, le envié copias de las fotos que inserté, con el añadido de que podía utilizarlas como le viniese en gana siempre que citase mi autoría. Contestó que le gustaban las fotos, que eran, añadió, las mejores que le habían tomado nunca y que, por supuesto, me otorgaría crédito de autoría allá donde las publicase.
Desde entonces las ha usado tantas veces que he perdido la cuenta —en su web, en su Facebook personal, en la página del grupo en la misma plataforma, como imagen de perfil…—. Nunca ha mencionado mi nombre.
Moraleja de ambas historias: this is awesome!
Definitivamente Is Awesome!
(un texto estupendo!)
Gracias, Víctor.
Míralo por el lado bueno, José Ángel. Te ha dado material para un artículo magnífico, ¡y sin que tengas que pagarles nada!