La propensión de algunos vecinos de San Francisco a practicar el naturismo urbano —digámoslo de una vez: se trata de una figura literaria para revestir de ideología las ganas de transitar en pelotas por la ciudad— está en peligro por una normativa municipal que prohibiría y multaría la exhibición de genitales en plazas, calles, aceras y transporte público.
Varias decenas de nudistas se concentraron hace unas horas ante la entrada principal del City Hall para oponerse a la restricción y reclamar el derecho individual a la desnudez. No eran demasiados —los periodistas y curiosos abultaban más—, pero lograron el objetivo de llamar la atención, recordar que el cuerpo humano es bello por sí mismo y llamar «fascista» al concejal impulsor de la propuesta, el supervisor Scott Wiener, de 42 años, abogado por Harvard, militante del partido demócrata, gay a las claras y representante de, entre otros barrios, Castro, el edén de la libertad sexual de San Francisco.
El pique entre Wiener y los nudistas urbanos viene de atrás —el año pasado, como ya conté en el blog, los obligó a llevar encima una toalla para que las nalgas y lo que hay entre ellas no entrasen en contacto directo con el mobiliario urbano—. Ahora cree que el municipio debe ir más lejos porque la desnudez pública en algunas zonas de la ciudad, sobre todo en Castro, se ha ido de las manos.
«La situación es alienante para los residentes y los visitantes. El nudismo no es ocasional y no resulta gracioso. Somos un barrio tolerante, pero hay límites«, dijo el beligerante supervisor en una declaración oficial hace unos días.
Aunque Wiener (cuyo apellido que, por cierto, tiene un singular significado: salchica de Frankfurt) explicó que está dispuesto a no reprimir a los nudistas en «desfiles, playas y eventos especiales», entre ellos la carrera popular Bay to Breakers y el Folsom Street Fair, los enemigos a los que se enfrenta le han declarado la guerra abierta y no admiten recortes en el derecho a ir en bolas por la vida.
La militante lesbiana Gypsy Taub, coordinadora de la campaña en pro del nudismo libre, inició la batalla desnudándose durante su intervención, hace unos días, en el comité municipal que estudia la normativa de Wiener. Sí, han leído bien: antes de aprobar cualquier medida, el Ayuntamiento da voz a todo aquel ciudadano que se considere afectado por cualquier futura disposición legal o tenga ganas de aportar algo.
Para Taub es necesario demostrar a los munícipes que existe la «libertad del cuerpo» y que todo individuo es el único que debe decidir «qué llevar encima y cómo sentirse».
De ser aprobada, la normativa antinudismo castigará al infractor con una multa de cien dólares (casi 80 euros) la primera vez y doscientos por la segunda si se produce en el año siguiente. Si es pillado en una tercera infracción, la multa será de 500 y se podría acusar al infractor de un delito.
Durante la protesta en cueros de hoy, a la que asistieron algunos hijos menores de edad de los nudistas, cuatro o cinco agentes de la policía local se limitaron a pedir a los nudistas que no ocupasen las escaleras del City Hall. Los manifestantes se comportaron con civismo y no hubo contacto entre nalgas y granito.