Es un adicto y «su adicción es la de prestar testimonio sobre lo que ve», dicen del periodista David Simon, nacido en 1960 y redactor de sucesos entre 1982 y 1995 del diario The Baltimore Sun, del que fue despedido por un ajuste de plantilla del que todavía habla (quizá con razón) con amargura pese a que los caminos que eligió tras la rescisión de contrato le convirtieron en millonario.
Estoy leyendo Homicidio, el primer libro de Simon traducido al castellano. Fue publicado en inglés en 1991 y Norman Mailer, siempre dispuesto a vender una buena frase de solapa a las corporaciones editoriales, dijo que se trata del «mejor libro sobre detectives de homicidios jamás escrito por un autor norteamericano».
Como tantas veces antes, Mailer miente.
Compré el tomazo (705 páginas) porque la serie The Wire, que creó, produjo, escribió y dirigió Simon junto con el ex inspector de policía Ed Burns, es la mejor que he visto en mi vida en televisión.
Nunca seas fanático. El lema es infalible y su incumplimiento me ha costado 28,5 euros y unas cuantas noches perdidas. Homicidio es un tostón. Mal escrito, sin ritmo, con 500 páginas sobrantes de tediosas y moralizantes disgresiones sobre la entrega policial, adjetivado de una forma pueril, atestado de clichés…
Si Simon presta testimonio, como se nos hace creer, sobre lo que vió durante su íntima convivencia de años con la Brigada de Homicidios de la Policía de Baltimore, sus ojos necesitan graduación óptica y su conciencia es fácil de comprar.
Como periodista, tengo el convencimiento de que el reportero fue subyugado por sus fuentes. No puedo deducir a cambio de qué. Si así era como escribía Simon en The Baltimore Sun y estuviese en mis manos la decisión, yo también hubiese firmado el despido.
La diferencia tonal entre el Homicidio y The Wire me hace sospechar que tal vez no sea Simon tan responsable como gusta de aparentar de las bondades de la serie: cautivadora, sombreada, desolada y chillona, polimórfica, magnético ballet de mentiras, tragedias, redención y condena, hogar para el personaje más valiente y fascinante de la historia catódica, Omar Devon Little, el Robin Hood gay de las esquinas:
I got the shotgun. You got the briefcase. It’s all in the game though, right?
Eso echo de menos en el libro del santo cruzado Simon: the game.
All the angels sing about Jesus’ mighty sword
and they’ll shield you with their wings
and keep you close to the lord
don’t pay heed to temptation
for his hands are so cold
you gotta help me keep the devil
way down in the hole
Way Down in the Hole – The Blind Boys of Alabama
Way down in the Hole – The Blind Boys of Alabama
Way Down in the Hole – The Neville Brothers
Way Down in the Hole – The Neville Brothers
Way Down in The Hole – Domaje
Way Down in the Hole – Tom Waits
Way Down in the Hole – Tom Waits
Eso iba pensando yo según te iba leyendo, ¿y si el talento estaba mucho más repartido de lo que parecía?
No he visto ‘Treme’, así que no sé qué tal se desenvuelve en otros escenarios, aunque termine hablando de lo mismo.
Yo también tengo pendiente ‘Treme’… El libro de Simon, de verdad, es infumable y decepcionante tras los guiones cromados de ‘The Wire’.
Gracias por la música. Qué maravillosa manera de revivir las (también para mí) mejores horas pasadas con una serie de televisión (¡sea quien sea el verdadero responsable!). Y qué bien que tengas este rincón donde encontrarte.
Un fuerte abrazo
Gracias a ti, Miguel, por dejarte ver y leer. Un abrazo.
[…] por la insensatez de David Simon, me pongo, como tantas veces antes (caigo en los abismos de la desmemoria al intentar contarlas), […]