Cerillas

30/07/2013

_MG_8914

Andar es (debe, puede ser): voy a saber
Peter Handke – Ayer, de camino

He roto con los mecheros.

— May I have some matches?, pregunto a los expendedores de cigarrillos.

Me entregan estas cajitas estrictas: veinte cerillas, una munición escrupulosa —una para cada cigarrillo, sin admisión de fallo—, intacta y definitiva, un Tractatus: «Para conocer un objeto no debo conocer sus propiedades externas, sino todas sus propiedades internas».

Los fabricantes de las cerillas son D.D. Beans & Sons, empresa familiar que se dedica al negocio desde 1938 y tiene la factoría en Jaffrey, un pueblo de New Hampshire recostado al pie del monte Monadnock, cuyos menos de mil metros estaban al alcance de los diletantes y poco atléticos Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau, a quienes es posible imaginar avanzando por la senda de dificultad escasa mientras charlan sobre la mejora social y su directa relación con el consumo frecuente de pasteles caseros de manzana.

En el cementerio de Jafffrey está enterrada una autora mucho más tórrida, Willa Cather, que escribió en los otoños sedosos del pueblo el bellísimo Mi Ántonia, una novela necesaria sobre una muchacha de Bohemia, una «una cálida fuente de vida», creciendo en la llanura de los pioneros.

Las cajas de cartón de las cerrillas que fabrican en Jaffrey advierten que deben mantenerse alejadas de los niños, siempre dispuestos a dejarse iluminar por el esplendor fosfórico de los infiernos.

Estos días releo, con el mismo ánimo que crío con cerillas en la mano, libros sobre viajes, libros contra la derrota de la vuelta a casa.

Me descubro recayendo en una misma idea: el camino, las pausas, ver, saber, el peso íntimo en la espalda, orinar contra un árbol, ascender a un campanario, entrar en un bar cualquiera, ajeno a la elección —o acotando con la desidia de un asesino no selectivo eligiendo víctima: el primero que me salga al paso—, anidar en un país de tristeza simple y primaria, como una raíz feroz anhelando agua, practicar el caminar vulnerable de muchachas con ánforas de libros a la espalda o el paso de las sombras diligentes fiscalizando la talla del estupor de las 8 a.m., cuando los perros buscan como seres humanos un hueso para roer la vida…

Desde la certeza de agosto, hago estallar otra irrefutable cerilla para quemar el vestuario, moteado de adioses, de todos los agostos de mi vida.

¿Cuántos impostores y cuántos remiendos?, ¿cuántas grandes decisiones y cuánto amor en conserva?, ¿cuánto crimen perdonado y cuánto perdón criminalizado?, ¿por qué olvidaste en el hotel el amasijo de maldiciones, los proverbios y los boletos de la lotería de la muerte, los amigos invernales?, ¿qué chaleco detendrá los perdigones del frío si sólo hay gasa en el armario?.

No resulta extraño tener las manos tan frías. No resulta extraño que los corazones quieran ser libres y quemar como a una bruja este verano jactancioso y urbanizado. No resulta extraño mandarlo todo al carajo mientras agosto se infecta como un flemón del alma.

Mi único ‘yo acuso’: cajas de cerillas gastadas. Close cover. Strike gently.

_MG_8915

Tags: , , , , , , ,

One Response to Cerillas

  1. santi on 20/08/2013 at 05:50

    Me ha interesado mucho el tono de desvanecimiento de su escritura, pienso que entramos en la era de la desaparición, seguiré su blog.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Fotos (digital)

Fotos (digital)

archivo de mi fotografía digital

Fotos (film)

archivo de mis fotos analógicas

mi libro de no ficción

mi libro de no ficción

Bendita locura. La tormentosa epopeya de Brian Wilson y Los Beach Boys

mi fotolibro

De Jose Angel Gonzalez

hot parade

fotos de autores a los que admiro

posts recientes

archivo



reportajes


Follow

Get every new post on this blog delivered to your Inbox.

Join other followers: