Hola, Viejo Bill:
A veces creo que te gustaría esto: los adolescentes son nazis y los académicos, maricones como tú. Todos estamos esquizofrénicos, todos gritamos. La triste y silenciosa música de la humanidad: sexo psíquico, ruido gris y coolhunters a sueldo de corporaciones administradas por efebos con el culo hidratado con aceite de almendras. Ningún arrepentimiento, ninguno. Llaman excentricidad a tener un programa de televisión y decir ‘pedo’. No te invitarían: debes tener menos de 30 años físicos y menos de 15 mentales. Hay gurús catódicos con menos alma que una hamburguesería y artistas que desaguan como enfermos de disentería, muriéndose por un éxito de masas. Un mundo de cocaína y ansiolíticos sin lugar para la negra huella de la adormidera. Somos diccionarios de crímenes y vivimos en vacaciones holográficas. Puedes hacerte con un alma virtual comprada a crédito en mercadillos electrónicos de fin de semana. Cada noche, antes del diazepam, recuerdo tu enseñanza: intentar complacer al cerebro es como tratar de beber a través de las orejas y sé, ahora lo sé, que las culturas se mueren cuando se muere el último dandy.
William Burroughs (1914-1997), escritor, yonqui, polisexual, crítico social, nieto del inventor de las calculadoras, asesino (¿accidental?) de su esposa mientras jugaban a emular a Guillermo Tell con una pistola… Enemigo declarado del lenguaje como máquinaria de la dominación, virus que anida en la mente para hacerla suya. Encularía, uno tras otro, a los integrantes de la Generación Nocilla. No se correría.
Grande! Wellcome back. =)
gracias, amiga
Aunque verdadera, demasiada negrura. Cartas a parte, no dejes que te emponzoñen los que menos chicha tienen.
Yo creo que se correria, pero su semen seria como el de Ciudades de la Noche roja.
[…] reunido una abundante colección de e-recortes en Hot Parade, mi Tumblr. En su memoria escribí una carta al muerto que me censuraron en una […]
[…] Viejo Bill siempre enloqueció a los censores. Uno de mis jefes periodísticos se negó a publicar una carta que le escribí a Burroughs al más allá. Nunca antes de habían censurado un […]
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