«Todas las fotografías son memento mori y sacarlas es participar en la mortalidad, vulnerabilidad y mutabilidad del otro». La idea de las fotos como recuerdo de la fugacidad de la vida y la condición inevitable de la muerte fue enunciada y explicada de manera bellísima —la foto es una «pseudopresencia y una marca de ausencia»— por la ensayista Susan Sontag (1933-2004). Coherente con su ideal hasta las últimas consecuencias, la escritora dejó que su amante durante 16 años, la fotógrafa Annie Leibovitz, retratara el avance del cáncer, el dolor, los penosos tratamientos médicos y, finalmente, el cadáver.
Los dos fotógrafos escandinavos vivos más notables, Anders Petersen (Suecia, 1944) y Jacob Aue Sobol (Dinamarca, 1976), que son también un par de magníficos «documentalistas de la intimidad», hacen suyas en cada imagen las ideas de Sontag. Cada foto que disparan es, como sostenía la autora, un «asesinato sublimado, un asesinato blando, digno de una época triste, atemorizada». Ambos cuadran además en la calidad del fotógrafo como «depredador» y son conscientes de que «fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas».
El par de artistas acaba de editar, en alianza, uno de los mejores fotoensayos del año. Se titula, y el lema es un claro designio del ánimo forense de los retratos, Veins (Venas) y está publicado por la cuidadosa empresa británica de libros de fotografía Dewi Lewis Publishing [144 páginas, 28 libras esterlinas]. Es una obra cruda que sondea la ternura, la crueldad, la alegría, la alienación, el sexo, la candidez y, por supuesto, la fatalidad insalvable del dicho latino: «recuerda que morirás».
Aunque entre uno y otro hay más de veinte años de brecha generacional, sería muy difícil discernir qué fotos son de Petersen y cuáles de Sobol de no ser porque el libro está dividido en dos mitades, una para cada uno de los fotógrafos. De no ser por la certeza de la encuadernación, las imágenes serían intercambiables en temario —los márgenes sociales y la turbulencia de las vidas escondidas tras la normalidad— y también en estilo: riguroso y estricto blanco y negro, contraste elevadísimo, composiciones anormales y grano al borde de lo admisible.
Alumno y protegido de Christer Strömholm (1918-2002), el padre de la fotografía moderna de Suecia, Petersen es muy conocido por Conocido por sus fotos de outsiders (alcohólicos, pacientes de manicomios, internos de cárceles), por ser el autor de la muy famosa cubierta del disco Rain Dogs (Tom Waits, 1985) y por el ensayo del que procede, precisamente, esta foto, Cafe Lehmitz, un reportaje que firmó en 1962, a los 18 años, en un bar frecuentado por travestis, homosexuales, prostitutas y compradores de sexo. Era su homenaje al maestro Strömholm y a su obra magna, Les Amies de Place Blanche (Las amigas de la Plaza Blanca) sobre transexuales parisinos.
Por su parte, Sobol, miembro de la agencia Magnum, alcanzó notoriedad con Sabine, el reportaje que narra los tres años en los que vivió en la costa este de Groenlandia conviviendo con una chica inuit. En 2006 ganó el premio World Press Photo con un reportaje sobre una familia de agricultores indígenas de Guatemala, luego se trasladó a Tokio, donde permaneció durante año y medio, y ahora trabaja, desde Dinamarca, en el proyecto Arrivals and Departures, basado en un viaje entre Moscú y Pekín.
La autora del ensayo incluido en el libro, Gerry Badger, resalta que Petersen y Sobol sufren la «compulsión de fotografiar a personas en el límite y los márgenes, pero lo hacen con una curiosidad que no tiene nada que ver con el voyeurismo o la lascivia, sino con los sentidos «psicológico o biológico», como si necesitaran ver «qué hay tras la siguiente curva de la carretera». No se ocupan de lo social o las condiciones políticas. Les interesa «acechar dentro de todos nosotros», buscar «el recuerdo de la totalidad perdida» y encontrar «las semillas de la muerte».
Otra entrada sobre Anders Petersen:
[Escrito para Artrend – 20 minutos]